miércoles, 17 de julio de 2013

"Que parezca un accidente"

Frase atribuida a Vito Corleone, el personaje ficticio más famoso del hampa, aunque realmente el Don nunca la llegó a pronunciar (ni tampoco ninguno de los personajes de la saga). Don Vito era lo suficientemente sutil como para darlo por hecho cuando realizaba uno de sus famosos "encargos".



La frase en cuestión, no obstante, se ha hecho famosa, y no sería de extrañar que algún otro mafiosillo del tres al cuarto la haya llegado a pronunciar alguna vez. Pero me estoy yendo por los Cerros de Úbeda y al final este blog parecerá un blog de críticas de cine en vez de uno en el que relato mis reflexiones y vivencias, bien guardadas durante tantos años y que ahora salen a la luz porque el vaso de agua se ha colmado.

Volvamos pues, a agosto del 2006, en donde continuaré el relato del Campeonato de España por Equipos que arbitré en las Cotxeres de Sants de Barcelona. Seguro que muchos de vosotros ha participado o asistido alguna vez al Open de Sants, que se realiza en el mismo lugar, y habrá observado que los árbitros y la organización están sobre una tarima de unos 30 a 40 cms. He estado rastreando Internet y no encontré ninguna foto de la famosa tarima desde el costado, apenas una en que se ve cubierta con un mantel que llega hasta el suelo. No se ve lo que hay detrás, pero estábamos "elevados" por sobre el público y jugadores. Cualquier persona que haya asistido o participado en el Open de Sants lo podrá verificar.



Nos sentábamos a una cierta altura sobre el suelo, y las sillas eran las clásicas de plástico, con las patas horizontales metálicas cruzadas, como la que se ve en la foto.


Bien, puede que no tuviera el agujero en la espalda, pero lo que importa son las patas de la misma. En la tarima había más de una de esas sillas, en donde me sentaba yo mismo, como árbitro, junto con otros integrantes de la organización. Y por providencias del destino (o quizá no), el mismo día de comienzo del Campeonato, las patas traseras de mi silla se "desplazaron" (por decirlo de algún modo) hacia atrás, fuera de la tarima, y el peso de mi cuerpo hizo el resto. Una caída hacia atrás, de unos 30 a 40 cms. y sin posibilidadad alguna de poner las manos para amortiguar el golpe. Como mi cabeza, lógicamente, sobresalía por encima de la silla, el resultado fue que me di un fuerte golpe con la cabeza contra el suelo.

La primera reacción de mis compañeros fue mitad sorpresa y mitad gracia, observándome como quedaba literalmente "clavado" en el suelo. Y es que los recuerdos que tengo son borrosos. Sólo recuerdo un mareo, también que "vi las estrellas", y un breve desorientamiento de pensar "¿Qué estoy haciendo aquí?" que me duró unos 30 segundos o quizá algo más. Se acercaron a ayudarme a levantarme, pero yo les pedí por favor que no lo hicieran, que en mi mente aún no había acabado de "caer". Todo ello ocurrió el primer día del torneo y poco después de haberse solucionado el "affaire" del hotel, pero bueno, sólo un paranoico relacionaría ambas cosas.

Lo peor fue la situación de tensión que se generó poco después. En ese momento, con un mareo y un fuerte dolor de cabeza, lo primero que solicité fue ir a urgencias a evaluar los efectos del golpe, más que nada por si tenía alguna lesión interna. Había leído no hacía mucho de un chaval que en una manifestación habían recibido un golpe en la cabeza por parte de los antidisturbios, y sin darle mayor importancia se fue a su casa. Al cabo de unas horas comenzó a sentir fuertes dolores en la cabeza, fue a urgencias, entro en coma... y murió. Sí, ya sé que son casos extremos, pero casos verídicos y era mi vida y no la de otros la que estaba en juego.

Por suerte o por desgracia, en ese momento se encontraba presente una Àrbitro Internacional, amiga de algunos miembros de la organización (que había arbitrado hasta hacía apenas unos días otro torneo de la FEDA en Barcelona) y que, dadas las circunstancias, se ofreció gentilmente a colaborar. Dicha oferta me dejaba en una situación "lose-lose" (muchas veces se usa el ejemplo contrario, es decir una situación "win-win" en la que ganas hagas lo que hagas, pues en este caso era exactamente al revés), porque cualquier decisión que tomara iba a quedar mal:

  • Si aceptaba su ofrecimiento, iba a quedar como un caradura que sólo buscaba escaquearse del trabajo y que tiene el "morro" de dejar el trabajo en manos de otra persona cuando sería yo quien cobraría por el arbitraje. 
  • Si lo rechazaba, quedaba como un soberbio que todo lo puede, y no sólo atrasaba el torneo (había que dar de alta en el Swiss Manager los jugadores, los equipos, comprobar las inscripciones, etc.) sino que además ponía en riesgo la realización del mismo si realmente en el hospital me diagnosticaban algo grave.
Y obviamente, tomara la decisión que tomara, mis enemigos (como así fue posteriormente) harían leña del árbol caído criticándome todo lo habido y hasta lo no habido.

Finalmente, tomé la decisión de aceptar su ofrecimiento y el Director del Torneo me acompañó al Hospital Clínic de Barcelona. No recuerdo ahora exactamente el tratamiento, pero me tomaron una radiografía para saber si había lesiones internas, y me recetaron analgésicos. El hecho de que no hubiera perdido el conocimiento en la caída contaba como algo positivo. La cuestión es que estuve aún más de 48 horas con fuertes dolores y a mi regreso a Cotxeres le solicité a la A.I. colaboradora si podía quedarse, al menos un par de días, por si finalmente yo no podía continuar.

El torneo transcurrió sin incidentes en general, salvo un par, que ahora mencionaré, y afortunadamente para mi salud no sufrí lesión alguna. El primer incidente fue en la Reunión de Delegados, cuando la Organización pretendió hacer un cambio respecto de las bases (no recuerdo si respecto de los horarios de juego). Para cualquier cambio, éste debía ser aceptado por unanimidad, y hubo un delegado que se opuso. Nada que objetar por mi parte, pero su oposición no gustó a la Organización que me dijo "Recuérdame el nombre de ese delegado para próximos torneos". El segundo es algo más surrealista (por así decirlo) y paso a relatarlo:

En una de las últimas rondas, un equipo se sienta a jugar dejando su primer tablero vacío. Esto no estaba permitido por el Reglamento de Competiciones de la FEDA de entonces, que especificaba claramente que, en caso de dejar tableros vacíos, estos deberían comenzar desde el último. Algo lógico porque sino eso da origen a especulaciones, en donde se "sacrifica" el primer tablero para tener más posibilidades jugando en los tableros segundo a cuarto. El Reglamento era muy claro: en caso de una incomparecencia, se pierden todos los tableros a continuación del mismo. Blanco y en botija.

Mi decisión, amparada en el Reglamento en vigor de entonces, fue la de dar por perdido el match al equipo por 4-0 que dejó el tablero vacío. Pero... ¡Oh casualidades de la vida!, dicho equipo era precisamente el club en donde tenían ficha tanto el Director del Torneo como el Delegado de la FEDA. ¿Está bien eso de juez y parte? La cuestión es que se presentó una reclamación al Comité de Competición y en el mismo se pudo comprobar que la sombra del poder es alargada: se cambió la decisión adoptada por mí, ratificando la incomparecencia en el primer tablero, pero dando por válidos los otros tres resultados. El argumento utilizado por ellos fue que su primer tablero padecía una enfermedad de inestabilidad del sueño, que le llevaba a largos períodos despierto y a quedarse dormido en otras circunstancias. Yo jamás vi ese certificado médico pero no soy quien para dudar de la palabra del jugador. De todas maneras, me limité a cumplir lo que decía el Reglamento de Competiciones que no hablaba ni especificaba ninguna justificación por enfermedad: que luego el Comité de Competición me cambie la decisión en base a otros criterios no especificados es otro tema, no reglamentario, sino "político".

Y ya que hablo de decisiones arbitrales revocadas por el Comité de Competición, sólo recuerdo una más y otra vez "casualmente" tendrá presente al mismo protagonista, pero de ella hablaré en un próximo post.


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